domingo, 16 de marzo de 2008

El valor de la sencillez

La semana pasada estuve hablando con Javi, que me pasó un par de artículos para salir de mi atolladero de diseño. A parte de esto, decidimos jugar con un robot que siguiese un haz de luz (una linterna, el móvil...).

Entre artículo y artículo, se me ocurrió una idea genial. Construir una cabeza giratoria que buscase el haz de luz a lo largo de giros completos de 360 grados en caso de perderlo, para sincronizar esta cabeza con las ruedas podría utilizarse un par de mandos de la wii, pero este problema se afrontaría mas adelante. De momento mi mente había tenido una idea genial y había que construirla.

Manos a la obra, un par de horas el sábado y otras tantas el domingo para construir una preciosa cabeza giratoria en pos de la luz. Henchido de orgullo pruebo mi creación, ¡fabuloso!. Las ruedas dentadas danzan elegantemente con un suave ronroneo de fondo, la mecánica es maravillosa, el movimiento se transforma a lo largo del espacio para que el sensor de luz explore su entorno.

Y entonces... me doy cuenta de mi gran error, un error catastrófico, que se lleva al garete mi obra. Como no voy a desarmar tan elegante creación de la mecánica sin dar testimonio de ella, os dejo un vídeo de su funcionamiento para que veáis "la enorme cagada" de este soleado fin de semana.



Y desde un poco mas cerca...



¿Lo veis?, no he tenido en cuenta que el sensor de luz hay que conectarlo, y para eso hay un cable que está anclado en la base del robot, estática en relación a la cabeza, así que el cable se retorcería hasta impedir el movimiento de la cabeza y con ello su funcionalidad.

La solución es sencilla, que el sensor de luz sea estático con relación al cuerpo, y que sea todo el cuerpo el que se mueva para encontrar el haz de luz perdido. Esta solución no mola tanto como la cabeza giratoria, pero es mas sencilla de montar, de implementar, de probar... vamos, que esta solución es mas sencilla y mas elegante, es mejor.

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